sábado, 17 de septiembre de 2016

Día 11: Esto pinta bien

La noche ha sido como las demás, erecciones aún dolorosas e incontrolables. Aún no me he acostumbrado a levantarme de golpe con un súbito dolor ahí abajo pero será cuestión de días ya me imagino.

Por lo demás el día sin mucha novedad, apenas hay molestias ahora, únicamente cuando se descoloca y en vez de estar para arriba está colgando pero yo creo que puede que sea mas bien psicológico ya. Aun así es molesto y en cuanto se descuelga procuro ir al servicio a ponerla en su sitio. Otro problema es que mancho el calzoncillo. Aunque sea el día 10 el frenillo sigue supurando un poco y deja una marca color naranja en la ropa interior. Lo malo es cuando se pega pero nada que ver a cuando llevaba las gasas, de ahí sí que era un tormento despegarlas.
Por la noche salí por ahí a un bar y normal, sin molestias. Procuré que no se me acercaran hordas de gente bailando y, por supuesto, no me atreví a bailar pero sobreviví que es lo importante. Además, usé el baño por primera vez fuera de mi casa desde la operación lo que resulta un gran hito.

Sobre mi pene para los que queréis comparar la evolución. El glande pues está distinto para que mentir. Jamás pensé que lo vería en este estado. Está mudando la piel completamente y se caen los pellejos. Al tacto es raro, es más o menos sensible como la palma de la mano, se nota cosquilleos pero nada incómodo.
El frenillo sigue como ayer, mejor no mirar ahí abajo. Tiene como bolas de distintos tamaños pero es normal, nada de lo que preocuparse.
El pene en si sigue hinchado. El flotador se ha reducido considerablemente y está duro, ya no retiene líquidos pero sigue estando ahí y por lo visto va a durar unas cuantas semanas más.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Día 10: Sin gasas

Hoy la noche la verdad es que ha sido buenísima, por primera vez ni una sola vez me he despertado. Después de más de una semana sin pegar ojo, decidí recurrir al valium, una benzodiazepina. Nunca suele tomar este tipo de sustancias por lo que un cuarto de pastilla ha sido más que suficiente para pasar una noche placentera y sin interrupciones. Una experiencia altamente agradable en estos días pero que no creo que repita, espero que el dolor acabe cesando pronto.

Fui a la revisión al urólogo y volví con dos novedades. La primera y más importante, me enteré que me estaba haciendo mal las curas. A mí me practicaron una circuncisión parcial por lo que para poder limpiar el pene bien debía retraer el prepucio hasta dejar visible los puntos. Debido a la inflamación del prepucio me es muy difícil llevarlo hasta atrás del todo y sólo lo retiraba ligeramente. Me dijo que por cuestiones de higiene había que hacerlo así y me enseñó cómo. Tengo que hacerlo de esa manera tres veces al día pero he sido incapaz de llevarlo atrás tanto así que confío en mi sistema inmune.
La segunda novedad fue que me dijo que ya no tengo que llevar gasa, que sólo era para no manchar. Qué equivocado estaba. Ahora que no la llevo sé al 100% que su misión no era sólo esa. Mientras el pene esté bien sujeto con el calzoncillo para arriba no hay problema. Pero si al agacharme o hacer cualquier otro tipo de esfuerzo se me descoloca lo pasa fatal. Aún no está insensibilizado en los laterales y el roce es bastante desagradable. Pero nada que ver con los primeros días, ahora es tolerable.

Por último, un repaso al estado de mi pene. El glande, la verdad, da penita verlo. Está mudando la piel y está feísimo, Ha perdido sensibilidad y está endurecido pero aún queda camino por recorrer. Lo que sí que ha mejorado es el meato urinario, gracias a Dios ya puedo orinar con tranquilidad. Estaba preocupado que el chorro múltiple fuera una de las desventajas de la circuncisión.
El pene sigue inflamado. El flotador se ha reducido bastante pero aún no me permite ni cubrir parcialmente el glande ni retrotraerlo. El hematoma está desapareciendo y ya no hay dolor de ningún tipo.
El frenillo, otro que procuro no mirar mucho. Ya no está blanco pero le han salido una especie de bolitas rojas. Como está abajo no lo veo así que por ahora procuro no preocuparme.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Día 9: La polución nocturna y el llanto

Al contrario de lo que pensaba las noches son cada vez peores. La herida no molesta pero las erecciones siguen siendo igual de criminales aunque ninguna como la de hoy.
Estaba tan tranquilo teniendo un sueño un poco subido de tono en el que estrenaba mi nueva arma y me atrevía con todo cuando de repente me despierto del dolor. Noto que esta erección no es como las demás, que ésta está cocinando algo. Sólo me bastaron 5s para darme cuenta y ya era tarde para reaccionar, estaba a punto de vaciar los testículos.
La sensación fue altamente desagradable. Por un lado, trataba de evitarlo por todos los medios para que bajara la erección. Por otro, sabía que no podía hacer nada. Llegó el momento de acabar y no he sentido más dolor nunca. Noto como que mi glande se despega y coge impulso para atrás antes de descargar. Un dolor sin igual que hace que emita un alarido de los que despiertan a medio vecindario.
Enciendo la luz esperando que todo haya sido un sueño pero descubro que no, que ese dolor no puede ser fruto de mi imaginación. Encuentro en mi calzoncillo una mezcla de fluido del amor y sangre, mi pene aún no está preparado para ese tipo de rodeos. Lo bueno fue que no me hizo usar hielo, él mismo se bajó y a dormir
Cuando dicen que el hombre tiene dos cerebros no mienten. Mi yo racional estaba exhausto y aún dolorido. Mi yo viril, en cambio, había disfrutado y quería más. Esa misma noche me desperté al menos cuatro o cinco veces más con erecciones hasta que a las 6 am he decido levantarme.

Sobre el resto del día, pocas novedades. Aún no le he cogido el truco sobre cómo colocármela de un modo que pueda andar mucho tiempo sin molestias y acaba cayéndose y aplastada. Espero aprender antes de que ya no me haga falta, lo considero un reto personal.

Sobre el estado de mi pene, el glande me pica. Está pelándose (la piel, aún lo otro no je je) y parece que ya está cogiendo su textura definitiva. El meato urinario también ha progresado, ya sólo me salen dos chorritos al empezar que acaban siendo uno al momento. Que potencia, parece eso un francotirador.
El resto sigue igual, inflamado y sangre. Me dijo el urólogo que me echara el prepucio para delante y para detrás pero tal es el grado de inflamación que no puedo. Mañana iré otra vez a ver qué me dice.
El frenillo sin comentarios, ha debido envejecer de mala manera sigue blanco y con ganas de pegarse a la gasa.

Esperemos que la noche de hoy sea más tranquila. Voy a tomar un poco de Valium, me merezco esta pequeña trampa en mi novena noche, necesito dormir.

martes, 13 de septiembre de 2016

Día 8: Se nota la mejoría

La noche ha sido como las demás, un auténtico calvario, imposible dormir durante más de 2h seguidas. Cuando por fin creía haber conciliado el sueño suena el despertador viril. Inconfundible e imposible de ignorar. Notas un fuerte pinchazo que te recorre todo el pene y tratas de pararlo a toda costa. Mi reacción tantas noches después sigue siendo la misma, agarrarme a ver si cesa a pesar de dormir con un barreño con hielos al pie de mi cama. Cuando el dolor es ya tan grande que me ha espabilado por completo es cuando me acuerdo e introduzco los pies a remojo. Tampoco hay que engañarse, el agua fría en los pies no funciona tan bien como en los testículos pero a ver quién es el guapo que se empapa la cama.

Pero donde sí he notado la mejoría es durante el día. He podido hacer una vida totalmente normal. El pene lo he llevado con una ligera gasa pero al llegar a casa al aire todo el rato. No normal del todo porque suelo ir al gimnasio y aún no puedo pero salvo eso todo perfecto.

La apariencia de mi pene ha mejorado ostensiblemente. El hinchazón ha disminuido notablemente. Me enseñó el médico ayer cómo drenarlo y, aunque sin sus salvajes métodos, más o menos voy reduciendo el hematoma cada vez más.
No sé si será por la inflamación pero sí que parece más grande y ancho. Pero igual es el subconsciente que quiere darme una alegría después de ver a mi pene tan desmejorado. Ya os diré por aquí si mi novia piensa lo mismo.
El frenillo también ha mejorado mucho. Ha perdido casi todo el color blanquecino y ahora sólo tiene algún que otro tono blanco pero poco más. Eso sí, se enamora de las gasas y sólo me la puedo quitar mojándola, no las suelta nunca.
Lo que peor avanza es el glande. El meato urinario sigue siendo una escopeta de feria, no hay quién apunte. Totalmente imprevisible. Está tan inflamado que puede seguir saliendo como un aspersor o con dos chorros fuertes. Además, en el glande hay zonas que ya son como una cerilla pero otras aún realmente sensibles, sobretodo en los laterales

Hoy voy a probar a dormir sin gasas ni nada a ver que tal se da

lunes, 12 de septiembre de 2016

Día 7: Ordeñado

Como dije en mi entrada de ayer, hoy tenía que ir al urólogo para ver si se me había infectado pues sangraba y estaba muy inflamado.
La noche fue más o menos aceptable. Conseguí dormir 3 horas del tirón pero después de eso erecciones dolorosas cada 30 mins lo cual mina la moral bastante. Estás cansado pero con miedo a dormir y, cuando te duermes, en nada te despiertas con un pinchazo que te hace maldecir el momento en que diste el paso.

A primera hora del día fui al urólogo y me confirma con un simple vistazo que no está infectado pero que me ha salido un hematoma porque la sangre no había drenado bien y que lo tenía que hacer él. Poco sabía yo de lo que me esperaba.
Me tumbé en la camilla y me rendí a él. Todo lo que pueda tratar de escribir aquí jamás podrá estar ni cerca de la realidad, sonará mucho más leve. Con una mano me agarró el glande y con la otra echaba lo que quedaba de prepucio para atrás, haciendo fuerza en las dos partes. No dejaba de brotar sangre de todos lados. El dolor de la herida unido a la hipersensibilidad del glande hicieron que fueran los peores tres minutos de mi vida, ríete tú de la operación o de la primera noche. Sin anestesia y sin ir mentalizado, no podía dejar de retorcerme del dolor, Tonto de mí, me mordía el dedo para no gritar, por poco no acabo en urgencias con una falange astillada.
Pero, inexplicablemente, cuando acabó el médico me sentí aliviado. La molestia de tener un pene más ancho que largo desapareció y me ha citado el miércoles en el caso de que me vuelva a molestar. En caso contrario, me ha dicho que lo haga yo mismo, que retraiga el prepucio para que la sangre vaya drenando y que me ayude de agua fría.

Pensaba que había más o menos perdido la sensibilidad del glande pero tras lo de hoy he descubierto que aún me queda mucho para conseguir el ansiado efecto cabeza de cerilla.
El frenillo sigue igual, blanco y feo pero me ha dicho que es normal, que es por la cicatrización con el bisturí eléctrico.

Esperemos que hoy toque la primera noche tranquila....

domingo, 11 de septiembre de 2016

Día 6: infección?

La noche no ha sido mala del todo hasta que a las 7 o así una erección me ha despertado. No había manera de bajarla, ni con hielo y he sangrado un poco. Luego, a media mañana he vuelto a tener otra parecida y eso ha marcado el resto de mi día si no del postoperatorio.

El día de hoy es, de largo, el peor de todos. El sangrado es constante y la herida me duele por primera vez. Cada vez que me cambio la gasa está llena de sangre la parte inferior y aun mojándola cuesta lo suyo quitarla. Además, en ocasiones, la sangre se filtra al calzoncillo lo que unido a la linfa les da un color un tanto asqueroso.
Pero el dolor físico no es lo peor. Moralmente el daño es mayor. Cuando, después de cinco días pensaba que iba a ir a mejor de repente este vuelco repentino con la posibilidad de que se me haya infectado.

Total que mi pene está más inflamado y puede que infectado. En la entrada de mañana pondré qué me dice el médico

sábado, 10 de septiembre de 2016

Día 5: La peor noche

Después de un plan tranquilo la noche anterior, me fui a la cama esperando una tregua por parte de mi pene, un pequeño respiro para los dos después de tantas noches en vela. Pero debe ser que el pene tiene alguna similitud con los perros y huele el miedo porque ni un momento de tregua me dio.
No sé qué fue peor esa noche si las continuas erecciones cargadas por el demonio o que fuera viernes y mi novia me llamara desde bares de madrugada diciendo que me quería y me echaba de menos. Por un lado, eso hacía mi ego no fuera lo única que aumentara con el consiguiente dolor infernal. Pero, por el otro, como buen hombre que soy, era consciente que los tíos somos como aguilas y vamos a por las chicas en un bar. Y, claro, mi novia andaba sola. Total, que cuando dejaba de comerme la cabeza y conseguía dormirme, mi pene me recordaba que aún seguía teniendo los puntos y que aún ella seguía por ahí.

A las 6 de la mañana decido levantarme. No podía dormirme y prefería sufrir de sueño que no de desgarros en el pene. Salvo la noche accidentada, poco más que resaltar. Maratón de fútbol y vasito con hielo siempre alerta.

Pero a lo que nos interesa, la evolución del soldado. La inflamación no ha disminuido pero ha cambiado de textura. Está como más esponjosa. La inflamación es tal que no me deja ver los puntos, hace el pliegue hasta la base del glande. Aún no puedo retraerlo porque no quiero que se inflame más.
En cuanto al glande, cada vez va aguantando más y está cambiando un poco. Da la sensación de ser más aspero y no está tan rojo ya. El meato urinario sigue siendo una lotería, al estar con un poco de hinchazón la orina sale por todos lados antes de coger la forma de chorro.
La parte del frenillo sigue siendo de lejos la más conflictiva. Siempre, siempre la gasa se queda pegada ahí y la tengo que separar con agua.

Pues eso, día 5 y aún esperando a pasar una noche tranquila. Los días están superados ya.

Día 4: A explorar mundo

Hoy viernes se cumplen 72h de mi intervención, momento en el que ya todo debería ir mejorando. La noche ha sido sufrida, las primeras 4 horas las he dormido del tirón pero el resto ha sido un infierno con erecciones cada 20mins. Lo positivo de esto es que me han dejado hecho un machote, qué apetito sexual y qué potencia!

La principal novedad del día de hoy es que he salido a la calle por primera vez. Me he puesto un calzoncillo apretado con la cola mirando para arriba y un pantalón holgado pero da lo mismo, al tenerla para arriba me apretaba igualmente. Era un poco molesto pero la llevaba bien enganchada, más vale molestias a que esté por ahí colgando.
Habré estado fuera unas 3-4 horas en las que he cogido el autobús y el metro. En el autobús he podido apreciar las bondades del asfalto madrileño. Cada pequeño bache era como una punzada en el pene, recordándome que ahí estaba por mucho que tratara de disimularlo vistiéndome como el resto.
Pero el principal problema no ha sido el asfalto sino en el metro. Un amable usuario decidió llevar la bici en el metro y ponerse a mi lado. Las tres paradas que tuvimos el gusto de compartir fueron un auténtico calvario, no pude dejar de comprobar su bici en todo momento, alerta a cualquier movimiento extraño que pudiera hacer. No obstante, el peligro siempre llega por donde menos lo imaginas. Después de haber conseguido sortear la bici en todo momento, el golpe me llega de la manera más tonta. Al salir del vagón, veo que una señora viene corriendo hacia mí para subirse en el metro. Me asusto y me cubro con la gran mala suerte que me doy yo mismo en el pene. Sí, yo mismo, Qué dolor. Consigo aguantarlo en silencio y sigo andando hacia mi destino, tenía una reunión para tratar un pequeño tema. Con toda franqueza le digo que prefiero estar de pie que me acaban de circuncidar. Como buen hombre lo entiende, me mira con cara de compasión a la vez que suspira ufff y seguimos con el día sin más novedades.

Era mi cuarto día, aún no me puedo ver los puntos y está bastante inflamada. Salvo golpes y erecciones tontas, no me duele. El glande está cambiando. La piel se está endureciendo y es más brillante, puede que sean paranoias mías pero eso parece. El color sigue siendo rojizo.
La forma de hacer pis es aún curiosa. La punta del glande sigue algo inflamada por lo que el pis antes de encontrar su recorrido normal en forma de chorro, sale a modo aspersor por lo que tengo que ponerme de rodilla y apuntar para abajo. Me han dicho que es normal.
Las curas las sigo haciendo de la misma manera, lleno el lavabo de agua y echo jabón neutro. Cojo un vaso y me lo voy echando por el pene. Aun lo tengo sensible para frotarme yo mismo. Ya me lo puedo tocar por la parte de arriba, pero no lo suficiente como para lavarlo.
La gasa protectora me la cambio cada vez que voy al baño. No me la puedo quitar sin mojarla porque en la parte del frenillo se me queda pegada y es un dolor tremendo el despegarla si está seca.

Hoy toca plan de sushi y peli, esperemos que la noche se dé algo mejor.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Día 3: Los primeros problemas

Después de una relativamente buena primera noche llegó una auténtica pesadilla. Durante la segunda noche me fue imposible conciliar el sueño durante más de una hora seguida. Daba igual la postura, en cuanto me dormía una erección hacía que saltara de la cama con un dolor atroz. Imposible ignorarlo. Para colmo estamos en verano y con el calor que hace me es imposible tener hielo en el cuarto por lo que toca ir a la cocina a aliviarse. Una noche más sin apenas dormir.

A las 8h me levanto y al ir al baño mojo la gasa por lo que decido ducharme y realizarme la cura. El médico me aconsejo retirar ya la compresa que me protegía y me limpio con agua y jabón exclusivamente. Una vez realizada la cura me pongo una gasa en el glande para proteger y desayuno para hacer una vida normal.
La verdad es que el pene peor pinta no podría tener pero no difiere de la forma del resto de los que se operan, Lo único que conserva su forma natural es la base. En el tronco hay una enorme inflamación con forma de flotador que no deja ni siquiera ver los puntos. El glande está al aire y rojo. La parte inferior está blanca pero es normal. Al principio creía que era una infección pero es sólo donde antes estaba el frenillo.

Pensaba que el roce con el pantalón iba a ser peor pero lo soporté lo suficientemente bien, dentro de las evidentes molestias.
El principal problema ocurrió cuando de repente, sin esperarlo, tuve una erección. De esas rápidas que no avisan y sin venir a cuento. No tenía hielo ni nada a mano así que fue mi primera estando despierto y de lejos la más dolorosa. Me sangró la parte inferior, manchando el calzoncillo ligeramente.
Salvo ese incidente el día transcurrió con normalidad. Ahora que sólo llevo una gasa me limpio con agua y jabón 3-4 veces al día. Lleno el lavabo de agua y jabón y con un vaso me lo voy derramando. Aún está muy sensible como para hacerlo con la mano o cualquier otro medio. A mucha gente le dicen que no se quiten el vendaje en una semana pero a mí me han dicho que como mejor se cura una herida es al aire y de momento parece que está yendo bien.

Sin más, según acabo de escribir esta entrada me voy a dormir, con más miedo que sueño a pesar de llevar casi dos días en pie sin pegar ojo. Esperemos que haya suerte!

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Día 2: comienza el postoperatorio

El segundo día comenzó muy temprana a las 5:25 decidí poner fin al sufrimiento de dormir. Si, al sufrimiento. Me ha resultado imposible conciliar el sueño durante más de una hora seguida. A pesar de la inflamación y de los puntos, el pene no entiende los riesgos que acarrea una erección y lo hace a menudo. Cuando lo haces te enteras, vaya que si te enteras. No sabría cómo explicarlo pero es como si de repente notaras un fuerte tirón abajo, como si se te estuviera abriendo en pedazos. El dolor es atroz pero que no cunda el pánico, son 15 segundos de dolor. Acabas con la erección y fin del problema. Mi mejor método sigue siendo apretar y dar golpecitos en los testículos. El frío no me funciona a mí pero cada erección es un mundo.

Después de dos erecciones grandes que me desvelaron decidí que las 5:25 era buena hora para empezar el día. Para desayunar gelocatil de 1g y leche con cereales como siempre. Me quedo leyendo la prensa y a las 9 voy al urólogo que tenía cita.
Una vez en el médico me realiza el mismo la cura. El dolor al retirar la venda es peor que las erecciones. Agradezco que lo haya hecho él. La mayoría de los médicos te dan las instrucciones y te lo tienes que hacer tú mismo. Tras realizar la cura me confirma que todo ha ido bien y me cita en 3 semanas.

Salgo del médico visiblemente impedido. Ya no llevo un vendaje sino simplemente un apósito en el glande para evitar rozamientos. La función debe ser más estética que práctica, un recorrido que normalmente haría en unos 2 mins se convirtió en un desafió titánico. El roce con la ropa interior es de lo más desagradable a lo que te puedes enfrentar. Asumible, que no cunda el pánico.

Llego a casa y comienza lo peor, el roce con todo. No me duele pero la sensación es desagradable y me hace caer en desánimo hasta que decido que ande yo caliente, ríase la gente. Me coloco el pene por encima del calzoncillo como si estuviera atrapado. La mejoría es más que evidente. Así decido pasar el resto del día leyendo y viendo la tele pero sin confiarme. En cualquier momento la erección decide aparecer. No hay nada como saberla detectar a tiempo, evita dolor y da una dulce sensación de haber evitado una tragedia aunque luego no sea más que una molestia.

Tras una ligera cena y pocos líquidos decido irme a dormir encomendándome a todo lo habido y por haber. Mañana cuento qué tal ha ido.

martes, 6 de septiembre de 2016

Día 1, la intervención

Después de varios días de espera llegó el temido momento de ir a quirófano. Digamos que no eran pocos los nervios que tenía a pesar de saber el alto porcentaje de éxito de este tipo de operaciones.

Mi intervención estaba prevista a eso de las 13h por lo que fui al hospital un poco antes. Entré en el hospital hecho un manojo de nervios y la enfermera me insistió en que me relajara pero no con mucho éxito.
En la consulta, ya había advertido  al médico de mi escasa tolerancia a la anestesia parcial pues las dos últimas veces sufrí un desmayo. Decidió realizarme la intervención bajo sedación.
De la operación poco me acuerdo pues la sedación te deja en un estado de somnolencia. Sólo recuerdo el momento en que me pincharon la anestesia parcial, Es molesto pero no duele. Es un simple pinchazo en la base del pene. A partir del segundo ya ni lo notas. Esa era una de mis mayores preocupaciones, el dolor de sentir un pinchazo en esa parte tan sensible. De verdad, es insignificante, no temáis.
Del resto de la operación poco puedo añadir. Cuando me desperté pensaba que no habían comenzado hasta que escuché al médico decir que ya estaba acabando de coser. Mi consejo, si os lo permite el médico solicitar que os seden. En la mayoría de los casos no lo permiten porque es mucho más costoso para el hospital porque os tenéis que quedar en el hospital de día unas horas y eso requiera que tengáis habitación. Pero intentadlo, a nadie le gusta estar consciente mientras un bisturí está cerca de su pene.
A la hora me dieron el alta y me fui para casa. No sentía dolor porque me habían inyectado nolotil, un analgésico, en la vía. Tampoco sentí el roce con el pantalón. El pene se encuentra envuelto en gasas de tal modo que ni lo puedes mover ni sentir nada. El primer día no os preocupéis por eso.
Al llegar a casa me acosté un rato, la noche anterior por los nervios apenas pude dormir. Aquí sufrí el primer efecto de la operación, me desperté al tener una erección. Es una sensación difícil de explicar. Notas como si el pene se te estuviera abriendo en mil partes. No hay nada que se pueda hacer, sólo esperar a que al cuerpo se le vaya ese inoportuno deseo sexual. Probé todos los trucos que seguramente hayáis visto antes, que si hielo, mojarse las muñecas... Nada funciona mejor que concentrarse en que desaparezca.

Al poco rato fui a cenar algo y me quedé viendo una película para relajarme. Una vez acabada me fui a dormir, no sin miedo.

Día 0

Muchos de los que estáis aquí será porque os estáis planteando realizaros una circuncisión. En este blog trataré de explicar, más o menos, cómo voy a vivir yo mi operación quirúrgica y, lo que es más temido por todos, el post operatorio.

Finalmente llegó el día en el que me decidí a acudir al urólogo. Siempre supe que tenía fimosis pues no podía dejar el glande al descubierto durante la erección. La verdad es que nunca me había molestado y me había permitido llevar una vida sexual moderadamente activa.
Me plantee ir al médico porque me había pasado ya varias veces que el prepucio deslizaba por el glande y no volvía a su posición original. Es dificil de explicar pero lo más parecido y gráfico sería imaginarse la manga de un jersey doblada hacia dentro. No era doloroso pero si molesto y me impedía seguir realizando el acto sexual.

Acudí al urólogo un poco asustado, temiendo que me confirmara lo que ya sabía yo, que iba a tener que ser circuncidado. Así fue, al ir me diagnosticó fimosis y frenillo corto y me citó en unos días para realizar la operación.