miércoles, 7 de septiembre de 2016

Día 2: comienza el postoperatorio

El segundo día comenzó muy temprana a las 5:25 decidí poner fin al sufrimiento de dormir. Si, al sufrimiento. Me ha resultado imposible conciliar el sueño durante más de una hora seguida. A pesar de la inflamación y de los puntos, el pene no entiende los riesgos que acarrea una erección y lo hace a menudo. Cuando lo haces te enteras, vaya que si te enteras. No sabría cómo explicarlo pero es como si de repente notaras un fuerte tirón abajo, como si se te estuviera abriendo en pedazos. El dolor es atroz pero que no cunda el pánico, son 15 segundos de dolor. Acabas con la erección y fin del problema. Mi mejor método sigue siendo apretar y dar golpecitos en los testículos. El frío no me funciona a mí pero cada erección es un mundo.

Después de dos erecciones grandes que me desvelaron decidí que las 5:25 era buena hora para empezar el día. Para desayunar gelocatil de 1g y leche con cereales como siempre. Me quedo leyendo la prensa y a las 9 voy al urólogo que tenía cita.
Una vez en el médico me realiza el mismo la cura. El dolor al retirar la venda es peor que las erecciones. Agradezco que lo haya hecho él. La mayoría de los médicos te dan las instrucciones y te lo tienes que hacer tú mismo. Tras realizar la cura me confirma que todo ha ido bien y me cita en 3 semanas.

Salgo del médico visiblemente impedido. Ya no llevo un vendaje sino simplemente un apósito en el glande para evitar rozamientos. La función debe ser más estética que práctica, un recorrido que normalmente haría en unos 2 mins se convirtió en un desafió titánico. El roce con la ropa interior es de lo más desagradable a lo que te puedes enfrentar. Asumible, que no cunda el pánico.

Llego a casa y comienza lo peor, el roce con todo. No me duele pero la sensación es desagradable y me hace caer en desánimo hasta que decido que ande yo caliente, ríase la gente. Me coloco el pene por encima del calzoncillo como si estuviera atrapado. La mejoría es más que evidente. Así decido pasar el resto del día leyendo y viendo la tele pero sin confiarme. En cualquier momento la erección decide aparecer. No hay nada como saberla detectar a tiempo, evita dolor y da una dulce sensación de haber evitado una tragedia aunque luego no sea más que una molestia.

Tras una ligera cena y pocos líquidos decido irme a dormir encomendándome a todo lo habido y por haber. Mañana cuento qué tal ha ido.

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